martes, 23 de abril de 2013

Esta mañana, con motivo del Día del libro, he visitado las aulas de mi antiguo colegio, Juan Yagüe, para presentar La increíble historia de Leo. Tanto niños como profesores me han tratado genial.

Muchas gracias, he pasado una mañana mágica!





viernes, 1 de marzo de 2013

Presentación de La increíble historia de Leo en la librería El velo de Isis






Aquí os dejo unas fotos de la presentación de nuestro primer libro, aparecemos rodeadas de niños, familia, amigos, libros y mariposas...¿Qué más se puede pedir? Un éxito de asistencia de público, gracias a todos, os queremos!






miércoles, 22 de agosto de 2012

Feliz de presentaros mi primera publicación con la editorial Alfaguara.

Se ha hecho esperar, pero ya está aquí, mi primera publicación, La increíble historia de Leo, con la editorial Alfaguara, y con ilustraciones de mi queridísima amiga Rebeca Jímenez Pintos (Gracias!!)
De venta en República Dominicana y Ezcaray(La Rioja), en librería El velo de Isis.



La increíble historia de Leo

Leo vive con su abuela Violeta en una casita junto al bosque. Violeta tiene el pelo de este color, conoce todas las plantas y habla con las mariposas. Ella cura a los vecinos que se enferman y, a veces, atiende alguna vaca que está de parto. Leo, mientras tanto, aprende a cuidar los animales silvestres y se disfraza con sus amiguitos Guillermo y Alicia. Lo que Leo no sabe es que su abuela guarda un gran secreto sobre su familia que va a cambiarle la vida. Falta poco, muy poco, para que él sepa de qué se trata. ¿Cuándo? En unos días, cuando cumpla diez años. 
La convivencia de varias familias de hadas y hadeznos convive con personas que no tienen esta facultad. 


martes, 13 de diciembre de 2011

Muy contenta por haber recibido el primer premio en la modalidad de Relato Corto del Concurso de Jóvenes Creadores del Ayto de Salamanca, titulado Utopía, sobre la violencia de género,muchas gracias!!



Apoyé mis dedos índice y corazón en su cuello, buscando desesperadamente el pulso de aquel cuerpo que yacía inmóvil sobre la alfombra. Las gotas de sudor rodaban, sin descanso, por mi frente hasta desembocar en la barbilla.
Definitivamente, parecía que su corazón hubiera dejado de latir. El mío, sin embargo, bombeaba la sangre  a tal velocidad que parecía que mis sienes fueran a estallar de un momento a otro. Debía tener la tensión arterial por las nubes pues sentía un fuerte dolor de cabeza, y una presión asfixiante rodeaba mi cuello, como si alguien intentara estrangularme.
Me intenté tranquilizar. Vamos, ¿no era eso lo que quería cuando empecé la pelea? ¿O fue ella quien la comenzó? Siempre me reta. Sabe que no me gustan esos vaqueros tan ajustados, ni ese escote con el que va pidiendo guerra. Seguro que tiene a la oficina revolucionada, me imagino a todos babeando por ella, desnudándola con la mirada…
¡Joder! Pero, ¿qué he hecho?

Llego a casa después del trabajo. Nacho me espera como agua de mayo. Ojalá no lo hiciera, ojalá me dejara de una vez por todas . Vivir tranquila, simplemente vivir. Dejo las llaves en la entrada. Aquel ruido metálico parece encenderle algún tipo de alarma en el subconsciente. Atraviesa el pasillo como una exhalación y se dirige hacia mí serio con los puños cerrados y apretándolos fuertemente, como si guardara algo valioso en ellos. Y tanto que lo hacía, en ellos guarda mi felicidad, mi belleza, mis lágrimas, mi sonrisa, mi autoestima…
Sonrío algo forzada y entonces, comienza el temblor. Primero mis piernas, después sube por la cintura hasta llegar a mis brazos, y a mi cabeza. Los dientes me castañetean como si una bocanada de aire invernal hubiera entrado por la ventana dejando la casa a bajo cero. Era él, siempre con ese frío. Me pregunta que de dónde vengo a esas horas.
¿De dónde voy a venir? Del trabajo, respondo apenas con un hilo de voz. Bueno, me retrasé un poco con una amiga por culpa de un café que le tenía prometido hace unos meses, lo está pasando mal, ¿sabes?, me necesita…

Pero todo esto a él no le importa, ya nada le importa, apenas me escucha, simplemente oye el sonido de mi voz y mira mis labios en movimiento. Es como si él mismo pusiera las palabras que salen del interior de mi boca como le convienen. Está ciego y sordo.
Levanta el puño fuerte hacia atrás, a punto de darme con todas sus ganas. Yo me retiro y me cubro la cabeza con las manos. Todavía no me he quitado el abrigo, y el bolso se balancea colgado de uno de mis brazos tirando en pleno vuelo el jarrón del recibidor. Se hace añicos igual que mi corazón, que palpita tan deprisa que pienso que se me fuera a salir del pecho. Algunas lágrimas ya empiezan a deslizarse lentamente por mi cara, pero muy pocas, casi no me quedan.

Miro el reloj. Apenas han pasado unos minutos desde que lo miré por última vez. Empiezo a inquietarme. Apago la televisión, ya no me distrae, no hay nada que pueda hacerlo. Estoy obcecado. ¿Dónde estará?
Parece que hubiera poco oxígeno en la habitación, me falta el aire. Una presión sube por mi nuca, tengo toda la sangre concentrada en la cabeza.
Necesito otra cerveza, ya he perdido la cuenta.
No paro de imaginar, pero seguro que no fallo, ya la estoy viendo, contorneándose, coqueteando con todos los clientes borrachos en la barra de algún bar. Estoy así por su culpa, por qué no me hace caso, todo sería más fácil. Simplemente si me hiciera…Oigo la puerta. Al sentir las llaves chocar unas con otras cientos de imágenes me vienen a la cabeza. Ese sonido chirría en mi cerebro, me molesta. Me levanto del sofá y giro por el pasillo. Ahí está, mirándome con cara de mosquita muerta, como si nunca hubiera roto un plato. ¡Dios! ¡Qué nervioso me pone! Le pregunto que de dónde viene. ¿Del trabajo? Imposible, le digo, ¿sabes qué hora es? ¿Una amiga? Venga ya, ¿a quién quiere engañar? ¿Qué se ha creído? Yo la mato, es que la mato…Entonces, mi rabia empieza a crecer, de verdad que la quiero matar, no hay nada que pueda impedírmelo. Levanto mi brazo y…No puedo.

Abro los ojos, ¿se ha ido? Se ha retirado sin decir nada. Pero, no me fío. Me quito el abrigo y voy a la habitación a ponerme cómoda. No está, no lo veo. Mejor.
Empiezo a desnudarme, sólo quiero meterme en la cama, estoy tan cansada. Entro en el baño, puedo sentir como se acerca. Por favor, que no me hable, que no me mire, que me deje tranquila…Menuda utopía.
Mis manos comienzan a sudar. Se asoma por la puerta del baño y me dice que lo siente. ¿Qué? No entiendo nada, de verdad que no puedo entenderlo.
Esto tiene que acabar.
No hablo, simplemente le miro e intento sonreír sólo para que me deje pasar. Entonces me agarra por la cintura con todas sus fuerzas y me arrastra contra su pecho. Noto su cuerpo ardiendo pegado al mío, está sudando y su corazón late muy deprisa. Dame un beso, me dice. No puedo, de verdad que no. Pero, no quiero que se enfade, así que cierro los ojos y él me besa como si fuera la última mujer en el mundo, y jadea al lado de mi oreja, y jadea…Me tira encima de la cama y cae sobre de mí.

Salgo al balcón a fumar un cigarrillo. Debo relajarme. No puedo cagarla ahora. Voy a pedirle disculpas, a lo mejor me he pasado un poco. La busco, está en la habitación, me asomo y le pido perdón. Ella me sonríe, pero noto miedo en sus ojos, ¡vamos! No soy tan malo…Me hace sentir mal. Quiero besarla, pero ella no parece estar por la labor, quiero que todo sea como antes, ¿por qué ya no me quiere?
La deseo como el primer día, es mía, sólo mía. Sus besos me saben a gloria y ahora ella parece estar a gusto. Nos tiramos en la cama, qué guapa está…

¡No! Me digo por dentro. No quiero que siga tocándome con las mismas manos con las que tanto daño me ha hecho. Me da asco, le odio…Entonces le digo que me deje, que estoy cansada. Que mañana será otro día.

¿Qué está cansada? ¿De qué? Si no quiere saber nada de mí será porque ya le complace algún otro por ahí, ¿qué cree que soy idiota? A mí no me engaña…

Consigo librarme de aquella maraña de brazos y piernas que me mantiene atrapada, pero apenas he tocado el suelo con la punta de los dedos me agarra del camisón, yo tiro y la tela se desgarra, pero consigo huir hasta el pasillo de nuevo, donde empezó todo. Le oigo correr hacia mí, no soy capaz de encontrar la llave correcta en el llavero, que hacía un rato parecía un reclamo para él. Se me caen de las manos. Cada vez está más cerca. Sé que no saldré viva de aquí. Tiene los ojos inyectados en sangre y los puños más fuertemente apretados que nunca. Grito, pero ya no me quedan fuerzas  ni espacio para correr.

La voy a matar, te juro que la mato. Mírala, intentando huir, pero por qué no me hace caso, por qué le doy tanto miedo. Todo sería más sencillo si me escuchara. Me obliga a comportarme así. Todo es culpa suya.

Todo es culpa mía. Le hago enfadar demasiadas veces. De casa al trabajo, es muy fácil…Entonces cierro los ojos y noto cómo mi cabeza retumba, y todos mis pensamientos se desordenan dentro de ella durante unos segundos, que a mí me parecen horas. Ha sido un puñetazo impecable, digno de un boxeador profesional. Me tira al suelo de un solo golpe, no hacen falta más.
Caigo sobre la alfombra a cámara lenta.

Ahora, te vas a enterar.
Le doy con todas mis fuerzas, por fin he soltado mi rabia. Me siento poderoso y relajado. Pero de pronto, un sudor frío recorre mi espalda y un pinchazo en el pecho me hacen mirar al suelo.
No se mueve.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Una pequeña parte de la colección que consta de 3 cuentos y que lleva por título, El secreto de Violeta, con ilustraciones de Rebeca Jiménez Pintos. Los niños podrán acercarse a los muchos secretos que esconde la Madre Naturaleza...

LEO
La casa de Leo era la más antigua de todas. Recubierta de madera azul y con las ventanas pintadas  en color verde. Verde como la colina sobre la que fue construida hacía ya más de un siglo.
Su abuela Violeta, cuyo color de pelo respondía a su nombre, se había esmerado mucho en tejer unas preciosas cortinas repletas de mariposas, que en días de mucho viento, y si por error quedaban abiertas, parecían revolotear alrededor de la casa.
- Las mariposas nos traerán buenas noticias -. Así le dijo a su nieto, justo después de colocar la última cortina (...).

EL SECRETO DE VIOLETA
(...) La abuela Violeta, vestía un camisón blanco, lleno de puntillas y lazos de colores, siempre fue muy coqueta. Estaba sentada, dando la espalda a Leo y a punto de levantarse.
- ¡En seguida voy, cariño! - gritó creyendo que su nieto esperaba detrás de la puerta.
Sin embargo, no fue así, Leo pudo ver con sumo detalle lo que allí aconteció.
De pronto, al estirar los brazos para desentumecerse, dos pequeñas alitas brotaron de su espalda, casi imperceptibles, eran tan transparentes que daba la sensación de que fueran a rasgarse con la mirada.
Leo, se acercó sigilosamente hasta casi tocar a su abuela, no podía creer lo que estaban viendo sus ojos (...).

LEO CAMBIA
(...) Subieron al viejo desván. Violeta lo había acomodado, estaba reluciente, ventilado y había recogido, entre otras cosas, todas las ropas viejas que utilizaban Leo y sus amigos para disfrazarse. La cama de forja, que se escondía siempre debajo de todos aquellos trastos, lucía ahora resplandeciente con un edredón blanco y unos cojines de color rosa que brillaban ligeramente. Al lado de la cama, había colocado una mesilla de madera con una lamparita de noche con interruptor de pera, y al otro lado, un espejo de pie para que Ada, que así era como se llamaba la invitada, pudiera mirarse cada mañana. Era una niña hermosa, de tez blanca, y delicado cuerpecillo de alambre. Llevaba un vestido blanco que llegaba hasta sus tobillos y unos zapatos recubiertos de purpurina color plata (...).
                                                                           

(Si os ha gustado y os interesa leer más, escribidme un mail)

Exposición con la ilustradora Rebeca Jiménez Pintos en el Centro Cultural español de Santo Domingo (República Dominicana)



    Inaugurarán exposición
    Inaugurarán exposición "Pintacuentos", de las artistas Rebeca Jiménez Pintos y Nadia Lafuente IruzubietaRepública Dominicana, Santo Domingo, 21/06/2011
    La unión entre una artista de la palabra y una artista visual da como resultado Pintacuentos, una exposición que nace con la intención de descubrir a los niños historias que pintar y contar.
    Actualmente, ambas trabajan en un proyecto de Historia del Arte para niños y en El secreto de Violeta, historia surgida de un boceto y que constituyen la mayor parte de esta muestra, abierta al público hasta el 26 de julio.
    El Centro Cultural de España, contará con un espacio interactivo en el que el público podrá dibujar su personaje de cuento favorito, convirtiéndose en parte activa de esta exposición.
    Desde el año 2001, la escritora Nadia Lafuente Iruzubieta (Logroño, 1982), y la ilustradora Rebeca Jiménez Pintos (Ávila, 1983) conforman este equipo en el que una cuenta con palabras y la otra con imágenes. Actualmente, ambas trabajan en un proyecto de Historia del Arte para niños y en El secreto de Violeta, historia surgida de un boceto y que constituyen la mayor parte de esta muestra.
    La sala recoge el inédito y actual cuento El secreto de Violeta.

domingo, 4 de diciembre de 2011

BARGU, un cuento que enseñará a niños y a los que no lo son tanto...


— ¿Es usted el señor que le quita el trabajo a mi padre y a sus amigos?
El "señor", era Bargu, un senegalés de unos treinta años que hacía ya dos había llegado a la tierra que le prometía oportunidades desde la distancia. Su medio de transporte, una patera llena de algunos conocidos y otros no tanto, pero que sumaban veinte en total, que como él viajaban con ilusión y esperanza, y para los que no había suficiente espacio en aquella barca tan pequeña.
Demasiados días con sus respectivas noches.
El mar es imprevisible y a veces se enfada.
A veces se enfada y no está de acuerdo en acompañar en su arriesgado viaje a alguien que se merece algo mejor, por eso intenta frenarles con sus inmensas olas. Y en ocasiones, se alía con el cielo para que una tormenta estalle justo encima de la embarcación, o para que un sol abrasador queme la piel y seque las bocas de Bargu y sus compañeros de viaje, y así éstos se arrepientan y vuelvan por donde vinieron.
Y la autora de aquella pregunta tan inoportuna era Sofía, una niña de unos ocho años que vivía rodeada de mucha intolerancia y de muy poca sensibilidad.
Bargu es enorme. A los ojos de Sofía parece un gigante. Al principio, un gigante de los malos, de los que a lo mejor hasta comen niños. No estaba muy segura de este último dato, por eso se acercó hasta su puesto ambulante para comprobar si Bargu la olfateaba y se relamía pensando cuál sería el primer miembro que iba a degustar de su pequeño y tierno cuerpo. Por supuesto, nada de esto sucedió; Bargu le enseñó sus perfectos y blancos dientes para crear con ellos una enorme sonrisa :
   ¿Tu padre vender dvd en la calle?- preguntó Bargu con una mezcla de acento francés y alguna clase de dialecto senegalés.
    No – respondió Sofía muy segura de lo que decía.
   Tú tener respuesta, mais yo tener trabajo diferente a ton padre – dijo Bargu sin borrar ni un segundo aquella amplia sonrisa de su rostro.
Sofía se quedó allí parada mirándole, seria y pensativa, con su mochila fucsia de carrito. Por fin, dio media vuelta y siguió su camino hacia casa, que ya era hora de comer.
Bargu se quedo tremendamente sorprendido, no porque alguien le hubiera formulado aquella pregunta tan incómoda, si no por el hecho de que ésta viniera de una niña tan pequeña.
                                                                   (...)

(Si queréis leer más, escribidme un mail)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Visita a una librería muy especial

Recomiendo visitar la librería de viejo El velo de Isis, en Ezcaray(La Rioja), un pueblito de montaña con mucho encanto. En ella podéis encontrar libros curiosos, descatalogados, pequeñas joyas literarias que no se ven muy a menudo. Así que, ya sabéis, si viajáis a la tierra del vino entrad a saludarme.